Villafranca despide una nueva edición exitosa de su festival multicultural
J. Santiago / Ponferrada Todavía resuenan los ecos del Fiestizaje 2011, que terminó ayer, y en Villafranca ya están pensando en las próximas ediciones. No sólo en la mas inmediata, la del año que viene, sino especialmente en la de 2013, cuando se cumplirá el décimo aniversario de este festival que mezcla culturas y formas de entender la música y la vida.
Los organizadores, con la Asociación Juvenil Bumtaka y el Ayuntamiento de Villafranca a la cabeza, quieren que la de ese año sea una cita muy especial. Así, ya están trabajando en ideas para hacer que el Fiestizaje 2012 sea tan especial como todos los anteriores y que el de 2013 vaya un poco más allá para celebrar a lo grande el espíritu que se ha generado a orillas del Burbia a lo largo de estos años.
Porque cada edición ha sido un reflejo del éxito alcanzado por esta iniciativa. La de este año no se ha quedado atrás. La organización está muy satisfecha por cómo han salido las cosas y especialmente por la afluencia de público. Estiman que se han superado las cifras del año pasado y calculan que cada uno de los tres días del festival se han pasado por Villafranca más de 2.000 personas.
La última jornada sirvió para poner un colofón perfecto a lo que ha ocurrido en el Fiestizaje durante el fin de semana. Los organizadores, el colectivo Bumtaka, tuvieron un protagonismo destacado, esta vez desde el escenario. Ellos se encargaron de la despedida musical con su propuesta de percusión y danza africana.
Y antes, el festival cumplió a la perfección con su apuesta por el eclecticismo y por las propuestas innovadoras en todos los géneros. Así, la jornada del domingo contó con la presencia de los pontevedreses Assircópatas y su particular reinterpretación del circo. Ellos se encargaron de poner el humor al último día de la fiesta.
Ayer también se vivieron las últimas jornadas de los talleres que se han desarrollado de forma paralela a las actuaciones. Así, se clausuraron las clases de danza africana a cargo de Aboubacar Sylla, de Guinea Conakry, y las de percusión africana, que impartió Ladji Sanogo, de Burkina Faso.
Con estos talleres y los últimos espectáculos se cerró un intenso fin de semana en el que Villafranca mezcló música, cultura, fiesta y también solidaridad. Porque una de las facetas clave del Fiestizaje es su lado social. Los organizadores promueven una rifa solidaria a través de la cual ayudan a Mateca, la Casa de las Artes Tradicionales y Contemporáneas de Abidjan (Costa de Marfil). Se trata de un proyecto creado por Baba Touré, figura internacional de la percusión malinké para ayudar y promover a los artistas de su barrio natal.
Así, Villafranca conecta directamente con África a través del Fiestizaje.